Uno
de los sufrimientos más comunes que nos esclavizan a la infelicidad es desear
que las cosas sean distintas a como son. Está claro que asumir que hay situaciones y personas que no cambian es de
vital importancia si queremos vivir en armonÃa. El reto que tenemos por delante
pasa por aceptar lo que nos toca vivir y trabajar para estar en equilibrio.
“Dios, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo
cambiar, el valor para cambiar las cosas que pueda, y la sabidurÃa para conocer
la diferencia.”
Reinhold Niebuhr
Una de las inquietudes más comunes que
sufrimos los humanos es el deseo que vivimos de que las cosas que nos acontecen
sean distintas a como son en realidad. Sin ir más lejos pondré como ejemplo lo
que en estos momentos está sucediendo con el Covid19. Ante esta gran crisis mundial
nos gustarÃa que las cosas fueran como han sido hasta ahora a pesar de que la
realidad indica que nada volverá a ser como antes. Hace tres meses muchos de
nosotros estábamos en rebelión porque no nos gustaba la realidad, nos parecÃa
aburrida o tenÃamos otros intereses, sin embargo, ahora deseamos que todo
vuelva a esa realidad, a esa normalidad. Lo mismo sucede con las relaciones
interpersonales. Quien tiene por pareja a alguien ruidoso desearÃa un carácter silencioso
y este último pondrá de los nervios a quien convive con él un dÃa tras otro.
¿Por qué anhelamos siempre lo que no tenemos?
Desear justo aquello que no tenemos
suele ser un patrón que todos, en mayor o menor medida, hemos experimentado
alguna vez (por no decir muchas veces). Algunos expertos en la materia hablan
de "sÃndrome de la pieza faltante", es decir, tener fijación
justamente por eso que no posees, llegando a veces incluso a rozar la obsesión.
Si yo deseo quedarme embarazada, a mi alrededor solo veo embarazadas; si lo que
quiero es un trabajo, en mi entorno no paro de ver éxito profesional. Y asÃ
podrÃamos seguir con una larga lista de situaciones. Es algo razonable y
lógico llegar a una meta y pensar en la siguiente, el problema llega cuando, al
mismo tiempo, no disfrutamos de lo que tenemos. Vivir el momento presente es la
llave para disfrutar en plenitud y para ello es obvio que hay que aceptar ese
momento presente.
Idealizar las situaciones nos suele
jugar una mala pasada. Deseamos algo porque creemos que vamos a estar mejor
pero esto no es siempre real, solo pasa en tu cabeza, puesto que hasta que no
vives la situación no sabes cómo resulta. Idealizar es dar un valor a
algo "a ciegas", un valor que normalmente después no se corresponde
con el real. Ser consciente de todo ello es el primer paso para poder disfrutar
de tu dÃa a dÃa.
La
insatisfacción es lo que permite que progresemos pero cuando se vuelve crónica
en nuestro dÃa a dÃa deja de ser un estÃmulo para teñir de negatividad nuestra
vida.
Hay
personas que, instaladas en la queja y la amargura, molestan a los demás y a sÃ
mismos de forma totalmente estéril porque de nada sirve señalar lo que no
funciona sin ofrecer soluciones. Se trata de un estado de insatisfacción
permanente a causa del desnivel entre las propias ilusiones y la realidad. Si
nuestras aspiraciones se hallan siempre a gran distancia de lo que tenemos jamás
alcanzaremos la serenidad.
Postergar, fuente de sufrimiento
Los manuales de psicologÃa han puesto de
moda el verbo procrastinar, que significa postergar aquello que deberÃamos
hacer hoy. Un aplazamiento que también se produce en un nivel existencial.
Muchas personas postergan la felicidad hasta que cambie la situación que están
viviendo. Se convencen de que cuando encuentren un trabajo mejor o la pareja
ideal, por poner dos ejemplos, se darán permiso para disfrutar de la vida. Sin
embargo, este planteamiento tiene un fallo en su origen y es que nada suele resultar
como esperábamos una vez que lo conseguimos. Lo que suele ocurrir es que muchas
personas, cuando llega el momento tan esperado o deseado, sufren una desilusión
y entonces fijamos nuevos objetivos esperando que una vez alcanzados llegue,
esta vez sÃ, el premio definitivo. Sin embargo, esto no acostumbra a suceder ya
que más que insatisfacciones existen las personas insatisfechas.
Del
mismo modo que nos resulta difÃcil aceptar las cosas como son también nos
cuesta aceptar a los demás, ya que su forma de pensar y reaccionar nunca
coincidirá con nuestras expectativas.
“Cuando aceptamos lo que somos sin intentar cambiarlo, lo que somos
comienza a transformarse”
Mirian Alonso
La mayorÃa de los conflictos que sufrimos
con nuestros semejantes vienen determinados al tener esta clase de pensamientos
porque esperamos que los demás se comporten de una manera determinada y de esta
manera les estamos negando el derecho a su identidad. Además, al enfadarnos por
estas diferencias obviamos algo muy importante: ser o actuar de modo distinto a
nosotros no tiene por qué ser negativo. Afortunadamente, cada persona tiene una
combinación única de defectos y virtudes. Podemos aceptar su singularidad y
sacar partido de las cosas buenas que nos ofrece o bien enrocarnos y señalar al
otro como enemigo.
Es obvio que lo que provoca nuestro
sufrimiento no es el problema en sÃ, sino nuestra manera de mirar, nuestra
visión. Seguro que ante un mismo hecho distintas personas tienen distintas
visiones y habrá a quien le guste lo que ve y a quien no. Por ello te invito a
hacer el siguiente ejercicio
extraÃdo del famoso Best Seller de Byron Katie “Amar lo que es”.
Byron Katie sostiene que ante un
pensamiento negativo solo tenemos dos opciones: o nos apegamos a él o indagamos
para comprenderlo. Esa última actitud y una relación constructiva con nuestro
entorno nos llevarán a vivir con más calma.
1. Plasma en un papel lo que no te
gusta. Toma una situación o una persona que te desagrada y especifica quién
o qué provoca tu tristeza, qué es lo que no te gusta y cómo deberÃa ser para
que estuvieras satisfecha.
2. Indaga en el problema a través de
estas cuatro preguntas:
a) ¿Es eso verdad?
b) ¿Tienes la absoluta certeza de que eso
es verdad?
c) ¿Cómo reaccionas al tener este pensamiento?
d) ¿Quién serÃas sin él?
¿Qué has aprendido haciendo este
ejercicio? ¿Has descubierto algo que te habÃa pasado desapercibido hasta ahora?
Ante la circunstancia de aceptar una
vivencia que estemos atravesando siempre tenemos dos opciones. Podemos
apegarnos a la situación que nos disgusta creando una resistencia mayor a ella
o podemos indagar para comprenderla y de esta forma tener una relación más
constructiva. Esta última nos ayudará en el camino de la aceptación.
Sin
duda, la realidad nos pone a prueba constantemente y a menudo estamos expuestos
a circunstancias y relaciones indeseadas. Me he pasado la vida siendo una
inconformista y una peleona. Cada vez que alguien utilizaba la palabra “aceptar”
me daba cuenta de que eso no iba conmigo, pero imagÃnate los problemas que eso
me ha causado. Resistirse a lo que es representa una de las batallas más
fútiles que existen. Te desgasta y aniquila pues intentas cambiar todo a tu
alrededor creyendo que asà el malestar desaparecerá. Llegó un dÃa en el que
decidà que, en lugar de lamentar mi suerte, iba a preguntarme qué es lo que sÃ
podÃa hacer para restablecer el equilibrio en mi vida. He tardado más tiempo
del que hubiese deseado pero al fin comprendà que es necesario aceptar las
cosas como me ha tocado vivirlas. Toda esta experiencia ha sido un gran reto y
un aprendizaje. También he comprendido que, en lugar de buscar culpables,
debemos aceptar a los demás tal y como son. Pero sobre todas las cosas me he
dado cuenta de que esa falta de aceptación siempre comienza con uno, por ello
cuanto más me ame y más me acepte más feliz seré.
Mirian Alonso
¡Comenta!
Me encantará
saber cuál es la manera que tienes de no aceptarte, qué implicaciones tiene
esto en tu vida y las formas que ha descubierto para darle la vuelta.
¡Compartir es amar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario